Especialidades / Psicología
martes, 24 junio, 2025
“El dolor no solo se repara en el cuerpo, también necesita comprensión emocional”
Hablamos con el psicólogo de Mutua Balear, Tòfol Villalonga, para que conocer de primera mano cómo ayuda a nivel psicológico a los pacientes con lesiones derivadas de accidentes laborales . ¡Lee la entrevista!
Llevas más de 15 años acompañando a pacientes con lesiones derivadas de accidentes laborales y de tráfico. ¿Qué te motivó a empezar este trabajo?
La experiencia clínica me ha mostrado que el cuerpo no duele "solo": duele también lo que significa ese dolor para la persona. He trabajado con muchos pacientes que, además de la lesión física, arrastraban miedo, rabia, impotencia o desesperanza. Con el tiempo, entendí que había un patrón común: una mente que reacciona de forma automática, que evita el dolor, que se bloquea o se dispara sin control. A esa mente la llamo el “mono”. Es nuestra parte instintiva, heredada, que reacciona desde la supervivencia.
¿Qué relación tiene este “mono” con el dolor crónico?
Muchísima. El dolor crónico no solo es una experiencia física, sino también una experiencia emocional sostenida en el tiempo. Cuando el cuerpo no mejora como esperábamos, el “mono” entra en pánico: interpreta que algo va mal, se activa con miedo o frustración, busca culpables o salidas mágicas. Este ruido mental impide aceptar la situación, adaptarse a ella y encontrar estrategias más funcionales. Liderar al “mono” implica escuchar qué necesita, pero también enseñarle nuevos caminos, más conectados con nuestros valores y no con el miedo.
En tu trabajo en la Mutua Balear, ¿cómo aplicas estos conceptos con los pacientes?
Mi intervención se centra en ayudar al paciente a observar su experiencia interna: qué siente, qué piensa, cómo reacciona su cuerpo... Desde ahí, trabajamos en validar esa vivencia y ofrecerle herramientas para regularse emocionalmente. No se trata de “pensar en positivo”, sino de cultivar una mirada compasiva hacia uno mismo, entender por qué nos sentimos así y qué opciones reales tenemos para actuar. El objetivo no es eliminar el dolor, sino atenderlo de manera receptiva, como se acompaña a un niño cuando llora, abrazándolo (atencionalmente).
¿Crees que este enfoque puede aplicarse también a profesionales sanitarios?
Totalmente. Los profesionales también convivimos con nuestro “mono”: nos exigimos, nos frustramos cuando los pacientes no evolucionan, sentimos impotencia. Comprender estos automatismos, darles espacio y liderarlos desde una conciencia más amable también es clave para cuidar de nosotros mismos y acompañar mejor.
¿Qué esperas que los pacientes aprendan durante tus terapias?
Que comprendan que no está rotos. Que su forma de reaccionar tiene sentido, pero no tiene por qué definirles. Que tienen dentro una parte sabia, capaz de sostener el dolor, de aprender de él y de actuar desde valores. Mi deseo es guiarles de forma práctica y humana para intentar que quieran vivir con más presencia, más coherencia y menos sufrimiento innecesario.